sábado, 28 de abril de 2012

El fútbol nos sacará de la crisis



Es obvio que no, el fútbol no nos sacará de la crisis. Eso lo sabe todo el mundo. El fútbol sólo saca de la crisis a unos cuantos elegidos. Eso lo saben quienes afirman, el día en que se marcha Guardiola, que hay que darle a lo del entrenador de Santpedor una importancia relativa, a tenor de los grandes problemas de nuestra sociedad, de los marrones que nos afectan de verdad. Aunque más bien pareciera que directamente se debe ignorar el hecho noticioso. Que es pecado hablar de fútbol en la Secta de los Políticamente Correctos. Pero sólo cuando conviene callar.

Es curioso que el día en que se va el mejor entrenador -cuanto menos en títulos- que ha tenido el FC Barcelona, todas estas complicaciones de carácter social sean lo más chillado por los grandes altavoces del pueblo. Y eso es gracias a Guardiola; "Se va Guardiola pero hay paro", "Se va Guardiola y nos preocupa más que encontrar trabajo", "Se va Guardiola y nadie habla de crisis", "Crisis, crisis, crisis, caca Guardiola". Felizmente para todos aquellos que hicieron esfuerzos para cambiar en un día lo que estropearon con los que eligieron para cuatro años, se habló de la crisis y se habló del paro. Parece, no obstante, que el resto del año, cuando el fútbol no tiene tanto eco como el día de la marcha de Pep (a pesar de que lo tenga en exceso), muchos Hermanos Políticamente Correctos no se acuerdan de que tienen un sueldo para echarse a llorar, de que nos van a cobrar las recetas o de que los mayores no tienen un lugar digno para que les cuiden.

Muchos dirán, si convienen con mi apreciación, que ayer floreció el jardín de la demagogia. Yo no. Yo tengo la esperanza de que haya muchas marchas como las de Guardiola. Así, los que invernan volverán a asomar la cabeza para ver cómo está el tiempo. Los mismos que, cuando se despide el entrenador de su pequeño o gran equipo, van a hacer igual que millones de culés hicieron: comentar la actualidad, dar las gracias, criticar, hablar de fútbol y especular. Porque los que son de un equipo grande tienen derecho a hacer las mismas cosas que los que son de un equipo pequeño y porque, en definitiva, hay que confiar en que el ser humano es capaz de preocuparse de dos cosas a la vez: lo banal hace sobrellevar lo trascendental, como lo hace el humor negro de un camillero que desplaza muertos todos los días de su vida. Eso no hace al camillero un insensible, pues dicen los que entienden que es psicológicamente necesario para no caer en la locura.

En cuanto a nuestro Estado, no hay de qué preocuparse: desde ayer estamos todos concienciadísimos de esta crítica situación, de ese nubarrón negro que tenemos a un metro de nuestras testas. Nos lo advirtieron los que se gastan 50 euros en conciertos de géneros musicales prefabricados y vacuos pero critican el hecho de pagar un dineral por una entrada de fútbol.